La presión arterial (PA) y la frecuencia cardíaca (FC) siguen un ritmo circadiano que está estrechamente asociado al ciclo vigilia-sueño. Durante el reposo nocturno se produce una disminución de la PA y la FC. Coincidiendo con el despertar matutino y el comienzo de la actividad física del individuo se provoca un incremento de la PA, así como durante el período de vigilia se observan oscilaciones de la PA y la FC relacionadas con las condiciones ambientales. Se ha definido a los sujetos en los que desciende la PA por la noche como depresores y a aquellos en los que la PA no decrece por la noche como no depresores.
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